La verdad es que siempre se espera una visita inesperada. Estas en casa haciendo cualquier cosa y de pronto aparece, se cuela dentro y te tiene un rato liado.
La verdad es que lo que acabo de decir es una contradicción, pero la visita iniesperada a la que hago referencia, es una que anhelo, que espero que llegue por que la necesito, necesito que de vez en cuando el recuerdo me llene.
Siempre espero, o más bien deseo, que llegue esa visita, que el recuerdo se apodere de mi y durante unos minutos, la sienta cerca a mi lado como tantas veces he estado.
A veces llega mientras cocino, por que el olor de la carne que preparo me recuerda a ella.
A veces llega mientras me ducho, por que el olor de la colonia me recuerda a ella.
A veces llega mientras ojeo un tebeo, por que me decia que tenia que dejarlos ya, que no tenia edad para seguir con eso.
A veces llega mientras me duermo, por que son momentos en los que dejo la mente en blanco.
A veces llega mientras que miro a Cecilia, por que una palabra suya le abre la puerta.
A veces llega en le Jardin, por que las flores me la recuerdan.
Pero siempre llega, sin esperarla, pero siempre deseando que lo haga.
1 comentario:
Muchos recordamos momentos específicos, una sonrisa o un chiste. Otras veces ideas que ella tenía nos alumbran cuando lo necesitamos: "Ella pensaría esto... lo haría así".
En esas ocasiones, olvido lo que pasó. Me siento en un lugar donde el tiempo ni transcurre ni ha transcurrido. Y no me siento triste, porque no tengo motivos para estarlo.
A veces, esos momentos se convierten en días, olvidando el dolor y convirtiéndome en un insensible: No se puede sentir lo que no ha ocurrido. Me agarro a los que tengo a mi alrededor para que me den un pellizco, para que me despierten. Los necesito para que hagan presente el dolor. “La felicidad de entonces es parte del dolor de ahora”. Negando, ocultando o incluso magnificando lo último, manipulamos lo primero.
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